La Alta Edad Media en Babia


No muchos cambios se debieron producir en el modo de vida, la economía y la forma de entender y explotar el territorio de Babia en los siglos siguientes, pues al proceso de ruralización que sufrió el mundo romano siguió la llegada de los pueblos bárbaros, que desde un punto de vista económico no modificaron sustancialmente los sistemas productivos. Si los romanos aportaron cierta tecnificación a la agricultura (las actividades de arado, abonado, y las herramientas, como el arado romano y el trillo), nivel que pervivió hasta tiempos recientes, los visigodos incorporaron unos elementos que en Babia han sido definitorios del uso del suelo también hasta nuestros días. El primero de estos elementos es la protección que la legislación visigoda daba al bosque, protección que permitía el mantenimiento del mismo y su aprovechamiento. Otro era la consideración de los pastos como bienes del común, algo que ha permitido desde entonces la importante actividad ganadera que han soportado las montañas de Babia. El último es la existencia de huertos en torno a las poblaciones, donde se cultivaban los productos de mayor necesidad. La presencia de estos tres elementos es todavía fácilmente constatable en Babia, aunque la presión ganadera ha prevalecido sobre la protección de los bosques ya que la accesibilidad de la montaña babiana —dada la existencia de los caminos romanos y la poca pendiente de muchas de sus laderas— fomentó su conversión en pastizales para los rebaños de las ovejas.

Existen referencias escritas de la existencia de trashumancia de ganado ovino precisamente por las calzadas romanas, como en la obra del asceta visigodo del siglo VII, Valerio de El Bierzo, Replicatio ad sermonum, que se refiere al paso de un rebaño de ovejas por una vía pública, coincidiendo con la vendimia. Quizás nos encontremos ante un fenómeno de lo que técnicamente deberíamos llamar transterminancia, pues resulta arriesgado presumir que se dieran traslados tan lejanos como los que posteriormente se llevaron a cabo. En esta misma línea, resulta significativo que, por contraposición con los monasterios de la Bética, que se sustentaban en la agricultura, San Fructuoso considere que la ganadería de ovino debía ser la base de los monasterios de El Bierzo. Este planteamiento de las estribaciones montañosas del Bierzo puede ser aplicado también a la comarca de Babia, pues si en las montañas bercianas se veía la conveniencia de apoyarse en la ganadería del ovino frente a la agricultura (de la que destaca la cebada —no el trigo, como en el Sur— y las verduras), en las más frías montañas babianas mayor preponderancia deberían tener las actividades ganaderas, al contar con más pastos naturales e incipientes praderas de riego. Por ello, se podría asumir que poco a poco y sobre las calzadas romanas en algún caso y por las pequeñas veredas de montaña en otros se empezó a consolidar la trasterminancia ovina, que según se fueran pacificando los territorios más al sur, alcanzaría la Extremadura leonesa.

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