El hábitat de pastizal-matorral


Esta unidad es con diferencia la que más superficie ocupa, pues se extiende por el 28% del ámbito de Babia (10.656 hectáreas). Comprende todas aquellas formaciones en las que la densidad del matorral es escasa, compartiendo territorio con el pastizal y el roquedo. Esta compartimentación puede deberse a la naturaleza del terreno -en el caso de los afloramientos rocosos-, a la acción directa del ganado o del fuego, o a las condiciones extremas climáticas.

La variedad en la composición depende por lo tanto del terreno y de los usos existentes; en relación con el valor florístico, se puede destacar como formación singular la que se extiende por las montañas silíceas de los pisos altimontano y subalpino, en los que predomina la brecina (Calluna vulgaris) y las arandaneras (Vaccinium myrtillus, V. uliginosum), con presencia del enebro rastrero (Juniperus communis ssp. nana).

La formación de pastizal-matorral sobre suelos calizos acoge numerosos endemismos, entre los que cabe mencionar dos que aparecen únicamente en el área propuesta como Reserva (Centaurea janeri ssp. babiana y Saxifraga babiana), otro circunscrito a Babia y la comarca limítrofe de Luna (Jurinea humilis), y un cuarto que pueden encontrarse únicamente en las montañas del norte de la Península (Saxifraga longifolia).

Aunque algunas especies faunísticas tienen especial predilección por determinadas formaciones de matorral –como es el caso del oso pardo, que busca para alimentarse las arandaneras negras desarrolladas sobre suelos silíceos-, los textos que se incluyen a continuación pueden extenderse al resto de las formaciones arbustivas, con ligeras variaciones.

Las formaciones de pastizal-matorral y matorral cobran especial relevancia en los meses fríos, otoño e invierno, cuando son una fuente de alimentación y refugio para numerosas especies, entre las que se pueden destacar por su vinculación con este hábitat en particular y su singularidad a tres de ellas: un reptil  -la víbora de Seoane-, un ave -la perdiz pardilla- y un mamífero -la liebre de piornal-, todas ellas endémicas.

En las extensas formaciones donde predomina el matorral encuentran alimento el alimoche, el águila real, el águila culebrera o el aguilucho pálido, y sirven de refugio seguro a otras como el lobo o el rebeco, este último en sus zonas altas. De entre las aves, las más comunes en estos hábitats son además de las comentadas el chochín, el acentor común, distintas currucas, o la siempre presente tarabilla común.

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